Sólo 90 días nos separan de estar nuevamente bajo las trabajaderas de tu bendito paso.
Sólo 90 días para volver a entregarte nuestras fuerzas, nuestro corazón, nuestras promesas y esperanzas, nuestra devoción, nuestras almas, nuestras vidas...
Sólo 90 días para volver a demostrarse por que durante todo un año somos y nos sentimos costaleros soleanos por la Gracia de Dios y Tuya.
Sólo 90 días para volver a llevarte al compás flamenco que marcan tus bambalinas.
Sólo 90 días para impregnar las calles por donde te paseamos del olor a canela y a clavo.
Sólo 90 días para ser tus pies por las calles de Los Palacios...
Y todo esto, a 90 días de otra esplendorosa mañana de Viernes Santo.